La chica que le susurra a las piedras.
A menudo me dispongo a ordenar las gemas del taller, les saco fotos e imagino joyas con ellas.
Es como un acto lúdico, debo confesarlo.
Me pregunto dónde se irán, con quién y cuántos momentos atesorarán en un futuro que sueño cercano.
Les deseo un feliz viaje a casa.
"Soy la chica que le susurra a las piedras", me digo voz adentro y me reconozco sonriendo.
De todas ellas, las Aguamarinas tienen un aura que me enamora, hay algo en ellas que me cautiva.
No puedo sino describírtelo de esta manera, simplona y casi inocente.
Será el mar y su presencia que me invade.
Tengo tan metido este color en el alma que verlo en otros lados me hace sentir que estoy en el lugar correcto.
Por momentos, mientras escribo, me pregunto por qué debería interesarte lo que te estoy contando.
Al fin y al cabo te estoy hablando de piedras, susurros y juegos.
Miro las Aguamarinas nuevamente y entiendo que todo aquello que es hermoso, positivo, que nos conmueve y que expresa lo que uno lleva dentro, quita las muchas capas protectoras que nos ponemos.
Merece el goce de ser dicho y de ser leído (o escuchado).
Con estas dos fotos y un par de palabras, me comparto.
Y le doy gracias a tus ojos por leerme.
Lucrecia
🖤